jueves, 1 de diciembre de 2016

Mural de Marko Franasovic es parte del nuevo edificio de la Contraloría Regional de Antofagasta

Transmitir una atmósfera desde el equilibrio de sus elementos: paz y calma en un espacio de tránsito. Esta es parte de la propuesta conceptual que el pintor Marko Franasovic concibió para la obra de su autoría que se emplaza en las recientemente inauguradas dependencias de la Contraloría Regional de Antofagasta (San Martín 2972). Ésta se sitúa en el hall de acceso de la nueva construcción, a instancias de la normativa que instruye que se instale una pieza de arte en la infraestructura concesionada que se erija en cada lugar de Chile (de artistas residentes en esas mismas zonas del país), considerando edificios públicos, establecimientos educacionales, aeropuertos, obras viales y portuarias, entre otras. 

Contraloría convocó en su momento a creadores locales, de entre los cuales la obra de Franasovic fue seleccionada vía concurso por un jurado. El mural -acrílico y técnica mixta de aplicación sobre muro- es una síntesis articulada de elementos figurativos que son reconocibles transversalmente por los habitantes de nuestra región, en cuanto al concepto que exponen. Se manifiestan ideas fuerza como la interculturalidad y las distintas formas de habitar nuestro territorio. 

"Quise trabajar desde la simpleza, además de lo esquemático, para facilitar la lectura de la pieza, gestada desde un estilo libre, heredero de abordajes que van del arte conceptual a formas de enlazan con lo renacentista, pasando por las vanguardias", explica el artista sobre la idea tras el mural de 5,80 metros de ancho por 4,60 metros de alto. 


Uno de los elementos que componen la creación del artista es la imagen de la parina, como figura eje cenital, representando las corrientes migratorias de aquellos miles de seres humanos que han situado -en el pasado y en la actualidad- a nuestra zona como propósito de su búsqueda. Asimismo, aparece la vastedad, magnitud que nos ha definido como residentes: no es sencillo habitar esta zona, pero eso mismo hace del cometido una gesta. 

Marko Franasovic, antofagastino, comienza su producción pictórica en 1995, cuando participó en el tradicional salón “Rincones de mi Ciudad”, exhibiendo ya un lenguaje y un contenido semántico que le ha marcado como artista: el expresionismo y el arte pop con el contexto de lo cotidiano. Desde entonces se ha destacado igualmente como un agente promotor del arte antofagastino. Eso fue posible debido a que la producción de Franasovic no es una manifestación aislada, sino parte de un proceso de artistas emergentes que siguieron con la vuelta chilena a la democracia y la pujanza antofagastina de los años noventa, con una exploración sobre el contexto inmediato.

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